A veces el futuro pende de un papel, de un documento, de una carta certificada que hay que presentar. Exactamente a 200 metros del paso fronterizo entre El Paso, en Texas (Estados Unidos), y Ciudad Juárez (México), la tienda “Selecto Services” ofrece estos servicios.
“Necesita imprimir su documento I-94. Aquí le ayudamos” está escrito en la pestaña del balcón gris. Todo en español, el público objetivo está claro. El documento I-94 sirve para entrar y salir de EE. UU. y, como todos los demás servicios, ya sean notariales, traducciones o de envío dentro de EE. UU., los están dirigidos a los inmigrantes. El primer paso hacia una nueva vida comienza a veces con un fax o una simple copia impresa.
Descenso en la pandemia
Antes de la pandemia, en 2019, 22 millones de autos y 7,2 millones de peatones cruzaron la frontera de México a EE.UU. En 2020, el primer año de la pandemia, el comercio entre las dos ciudades fronterizas se redujo en un 60 por ciento y, en algunos momentos, cayó hasta el equivalente a 512 millones de euros. Mientras tanto, la situación se ha recuperado, lo que es una bendición para el comercio minorista a ambos lados de la frontera.
A pocos metros del servicio de fax de la calle “El Paso”, en la ciudad del mismo nombre, se ha desarrollado una microeconomía que ofrece a los recién llegados todo lo que necesitan desesperadamente. El transporte, las telecomunicaciones, la ropa y otras cosas que, a veces, pueden resultar cruciales. Un puñado de empresas ofrece transporte en autobús a las distintas metrópolis estadounidenses.
La burocracia manda. A menudo, este el lugar más importante para los inmigrantes: un servicio de fax y documentos en El Paso.
Tres camisetas por cinco dólares
“En contra de lo que afirman algunos políticos, aquí no hay ninguna invasión. Las personas que llegan tienen casi todas un destino claro y siguen viajando desde aquí a todo el país. No suelen quedarse en El Paso”, afirma Marco Raposo, de la diócesis de El Paso, en entrevista con DW. Su departamento se ocupa de los inmigrantes que llegan.
Antes de subir al autobús, muchos compran ropa nueva si la actual está hecha jirones por el largo viaje. Un paquete de tres camisetas cuesta a partir de cinco dólares y los zapatos, cuatro. Muchas tiendas están bajo gestión asiática, obviamente con conexiones directas con la producción barata de China o Bangladés.
Migrantes con un plan claro
Esta microeconomía tiene una clientela casi cerrada. Solo unos pocos turistas o residentes de El Paso se mezclan con los migrantes. Tampoco se trata del disfrute de ir de compras, sino de hacer recados rápidos y necesarios de camino a algún sitio. “Los migrantes suelen tener un plan claro. Están en contacto con familiares en una ciudad americana, quieren trabajar cuanto antes y, para ello, tienen que hacer algunas cosas sobre la marcha”, dice Raposo.
La misma imagen al otro lado de la frontera. En Ciudad Juárez, en el norte de México, se trata de completar la última etapa en el camino hacia Estados Unidos. Aquí, en los últimos metros antes del “Puente Internacional Paso del Norte”, el puente fronterizo, hay un sinfín de oficinas de cambio, donde los que llegan pueden cambiar sus monedas por dólares. Para muchos, se trata de un primer choque de realidad: el dólar es más fuerte que nunca estos días.