El telescopio James Webb en busca del origen del universo

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Este próximo fin de semana el espacio exterior tendrá un nuevo objeto orbitando: el telescopio James Webb, el más potente jamás construido y que nos permitirá, si todo va de acuerdo al plan  adentrarnos en galaxias lejanas.

Luego de tres décadas de trabajo, con la colaboración de varios países, y con un costo de alrededor de 10.000 millones de dólares, la NASA lanzará a finales de 2021 el telescopio James Webb que tiene dos principales misiones científicas

“Nos va a permitir entender y ver con nuestros propios ojos cómo se formaron las primeras estrellas en este universo hace13.000 millones de años” dice a RFI el jefe del departamento de Astrofísica del Centro de Astrobiología en Madrid, Migues Mass-Hesse. “Y luego, por otra parte, ver otros planetas parecidos a la Tierra, poder ser capaces de medir su composición química y empezar a atisbar la posibilidad de que haya procesos biológicos en esos planetas. Esas son para mí, los dos puntos más importantes que tendrá que hacer el telescopio: ver cómo empezó todo y ver si puede haber vida en otros planetas”.

Webb es el sucesor del Hubble, lanzado en 1990 y que llegó a su límite de observación al descubrir la galaxia Gn-z11 de 13.400 millones de años. El Webb es 100 veces más poderoso.

“El telescopio James Webb es mucho más potente que el Hubble que tenía un espejo con un diámetro de 2,4 metros”, dice Mass-Hesse. “El James Webb tiene un espejo con un diámetro de 6,5 metros. Es muchísimo más grande y por lo tanto es mucho más potente, lo cual nos permite llegar mucho más lejos en el espacio y en el tiempo, y además con mucho más detalle”.

A diferencia del Hubble, que orbita cerca de la Tierra, el Webb será enviado mucho más lejos lo que le permitirá tener una mejor observación evitando la contaminación de la luz que viene de la Tierra.

“Se lo va a enviar a una órbita que llamamos el punto de Lagrange que está a 1.500.000 de kilómetros”, diec Mass-Hesse. “Es una órbita muy estable, donde no hay diferencias de temperatura, donde la Tierra no oculta el cielo y es un sitio óptimo para poder hacer observaciones astronómicas. El telescopio Hubble se encuentra a 500 o 600 kilómetros por encima de la superficie terrestre. Es una órbita mucho más afectada por la contaminación de la luz que viene de la Tierra y de la Luna”.

Pero si hay alguna avería, a esa distancia será imposible repararlo:

“Ese es el punto débil”, dice Mass-Hesse. “Si el Hubble tenía algún problema técnico, que los tuvo, se podía subir con un shuttle y arreglarlo. Se hizo varias veces. El James Webb dónde va a estar, no se puede arreglar. O sea, la fiabilidad tiene que ser completa para asegurarnos de que funcione sin problemas durante muchos años. Esto no es raro. La mayoría de los telescopios espaciales, y hay bastantes, funcionan así y normalmente funcionan bien. Algunos incluso llevan ya más de 20 años en operación. En principio, no tiene ningún elemento que se desgaste gravemente. Por lo tanto, podría estar funcionando durante 10, 20 años, sin ningún problema. Probablemente acabe muriendo por alguna avería, por alguna colisión con un meteorito, por algún problema eléctrico o por alguna degradación. Pero en principio podría estar funcionando fácilmente 20 años sin problemas”.

El sistema planetario Trapista-1, a unos 40 años luz de la Tierra, será el primero a ser examinado por el telescopio. Ese sistema cuenta con siete planetas, siete de ellos en una zona habitable, cerca de una estrella enana que no es excesivamente brillante:

“Tardará dos o tres meses en llegar hasta la órbita en la que la que se va a poner en funcionamiento”, dice Mass-Hesse. “Y habrá que dedicar un mes o dos meses más para encender todos los instrumentos, verificar que todo funciona bien y posiblemente para antes del verano podamos tener ya las primeras imágenes de objetos fabulosos”.

El telescopio fue fabricado en Estados Unidos, y su lanzamiento a bordo del cohete Ariane 5 se realizará en Kourou, en la Guayana Francesa.

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